martes, 12 de enero de 2016

V (31) HOMENAJE al NACIMIENTO del PERSONAJE hace 44 AÑOS

Todo personaje tiene un comienzo, y la representación por nuestro héroe gráfico de su papel de abogado comienza un tal de día como hoy de hace 44 años:


En esta viñeta del 12 de enero de 1972, Charles Schulz dibujó por primera vez a Snoopy  como abogado, conforme refleja el magnífico álbum recopilatorio LOS TESORES DE SNOOPY publicado por Planeta Comic.

Ahí se le presentó para defender a la más inteligente de los Peanuts en una controversia de indumentaria en el Colegio.

En 1980 ya aparecería con los clásicos distintivos de egregio profesional de su cartera y su bombín.


Su disposición siempre es tan valerosa como recientemente se ha expuesto con ternura en una película de animación sobre tales.

Aquí, para este homenaje, me permito recordar unos versos que un poeta dedicó a la memoria de otro:

Con estrellas te pinten
y con tu manso can,

te pongan por leyenda
"Andar es regresar"

Alto de sueños iba,
hondo en realidad.

(Poema de José Ángel Valente
titulado "Vicente Aleixandre")

Los Tesoros de Snoopy, Nat Gertler, Planeta Comic 2015

Feliz nuevo año 2016, de sueños, vivencias y de lo demás que se encuentre propiciamente, como dijo Antonio Machado:

Entre el vivir y el soñar
hay una tercera cosa:
adivínala.
(Los complementarios, Proverbios y cantares)

martes, 22 de diciembre de 2015

V (30) REGLAS para FORMAR abogados: ELOCUENCIA simple DORMIR

El primer género de elocuencia que nos describe nuestra CIENCIA DEL FORO de 1794 es la llamada "simple", cuyo carácter ha de ser "instructivo"...


Como las principales obligaciones
del Orador son instruir, agradar y mover;
del mismo modo se dan tres géneros
de elocuencia, correspondientes
a cada una de dichas obligaciones u oficios.
Se llaman ordinariamente,
género simple y templado (y sublime).
(Editorial MAXTOR, 2002, 
Carta III, pág. 191)




El primero, según Quintiliano,
conviene más particularmente
a la narración y sus pruebas,
formando su principal carácter
la claridad, la simplicidad
y la precisión.


En esta tipología para resaltar el objeto de la argumentación, pero realmente, como veremos, no es tanto el propósito como la accesibilidad común a lo que se dice, con el mayor interés de tener un orden básico en su exposición.

Es decir, se trata de un escalonamiento de grados en su adorno y complejidad.


Pero se matiza:

Algunos están en el error
de que no es menester tener
mucha habilidad y talento 
para lograr el género simple,
y la causa de esta alucinación
consiste en que cómo un discurso
de este género, oído y leído
por cualquiera tiene un estilo
tan natural y tan poco
distante del común modo de hablr,
aún los hombres de menos elocuencia
se creen capaces de imitarle.

El autor epistolar insta a desengañarse de ello, porque si se intentara con ligereza se defraudaría.

No ocurre así a los que tienen
el gusto de la verdadera filosofía
y están versados en ella.
Conocen bien la dificultad
que hay en hablar con exactitud
y solidez, y en decir las cosas
de un modo tan simple y natural,
que parezca muy fácil a cualquiera.

Lo aparentemente fácil y natural suele ser lo más difícil de poner en escena.

Esta de que tratamos consiste
en cierta ingenuidad y elegancia 
que agrada mucho más,
por lo mismo que no lo solicita.
...
Su ingeniosa simplicidad
sacada de la misma naturaleza,
es lo que agrada y encanta.


Al hacerse las exposiciones con palabras, estas suelen traicionar esa naturalidad, y tampoco el apasionamiento que quiere aparentar sinceridad viene a ser lo más instructivo.


No puede confundirse lo instructivo con lo aburrido y mucho menos con lo artificioso.


Como tampoco lo apasionado evita lo plumbeo, cual lo hace gráfico esta clásica plancha de Daumier, aunque su mensaje también apuntara hacia la ceguera de la Justicia.

También hace falta filosofía para abrir la mente a lo común.





martes, 24 de noviembre de 2015

V (29) REGLES pour FORMER avocat: DE LA ELOCUENCIA en general

Llama la atención cómo el "traductor" español de la célebre obra francesa sobre la formación del abogado prescinde de los preliminares expositivos del original para pasar a tratar de una virtud con la que arranca la segunda parte de esta: "DE LA ELOQUENCIA en general".



Y así comienza su exposición este apartado:


La elocuencia, considerada en general,
es el arte de bien hablar,
ilustrando y persuadiendo el espíritu,
y moviendo al mismo tiempo
el corazón.

La sorpresa expuesta al comienzo proviene de pasar a resaltar una habilidad antes de tratar de los fundamentos de la materia a tratar y de su lógica en la distinción del bien y del mal.

                  

Lo cual es tanto como decir simbólicamente que se dejan a un lado los pasos previos de la antigua clasificación de las artes liberales, para obviar la "gramática" (fundamento del conocimiento que afila y sutiliza el intelecto) y la "lógica" (discernimiento clásico de lo que es verdadero y falso, como relativo a la razón y que en una ilustración misteriosa la expone como una joven con un dragón velado, en el sentido de inaccesible y ser venenoso, que se convierte en medicinal).

                      

Sólo tras los anteriores pasos aparece la RHETÓRICA como cierre de esta primera parte clásica de "las Artes Liberales, o TRIVIUM, pues una vez que se ha discernido entre lo verdadero y lo falso, el siguiente paso es la expresión de la verdad por medio de la Retórica, que es el arte del bello lenguaje que persuada y guía a los hombres" (Raimon Arola, 1997).

La imagen expone la dificultad de conseguir esta habilidad mediante la coraza que lleva la joven sobre el pecho, en el sentido de basarse en una sólida formación protectora.



Nuestro traductor de 1794 debate lo polémico de esa formación de la elocuencia en los siguientes términos:


Es preciso confesar que las reglas
que se hallan amontonadas
en los libros de Retórica solo sirven
para corromper el talento.
Por tanto deberá el Abogado
entresacar los preceptos más convenientes
al género de la elocuencia,
que desea cultivar,
valiéndose del arte para perfeccionar
la naturaleza.
Este el medio necesario para formar
un hábil Orador,
porque el arte debe ser engertado,
por decirlo así,  en la naturaleza.
Ambos se sirven y se ayudan mutuamente:
la naturaleza sosteniendo al arte
y el arte perfeccionando a la naturaleza.


Pero aunque la naturaleza sola 
no sea capaz de formar un Orador
sin el auxilio del arte,
también es preciso confesar,
que el arte de bien hablar 
sería de poca consideración,
si no estuviese sostenido por la naturaleza,
porque la elocuencia requiere
ciertos dones de la naturaleza, como son:
profundidad de ingenio,
grandeza de alma,
juicio sólido,
comprehensión viva,
memoria feliz,
imaginación fecunda, 
una voz sonora,
una pronunciación clara y valiente,
un semblante sereno y agradable,
y un porte sencillo y modesto,
acompañado al mismo tiempo
de cierto aire de autoridad,
propio para persuadir a los oyentes.


Si a todas estas ventajas
agrega la experiencia del mundo,
el conocimiento de las bellas letras,
una ciencia profunda,
y un estudio y aplicación constante,
adquirirá infaliblemente el Orador
aquella elocuencia insinuante
y persuasiva, que sabe conciliarse
la aprobación del público,
y la voluntad de los Jueces.

¡Qué más se puede pedir! Ensayar y ensayar... en casa.

Abundará, además, nuestra CIENCIA DEL FORO de 1794 en la aportación de cartas sobre los "modelos" de elocuencia y sus tres "géneros o caracteres", de las que hablaremos en posteriores entradas.

miércoles, 28 de octubre de 2015

V (28) REGLES pour FORMER: dignidad MINISTERIO oráculo PILAR

Nuestra guía del siglo XVIII nos conduce seguidamente al "misterio" de la profesión, entroncando con nuestras viñetas favoritas, pues encontramos al héroe enarbolando su pendón:


El traductor español de aquellas REGLES POUR FORMER UN AVOCAT de 1753, expresó en su CIENCIA DEL FORO:

Los abogados concurren de un modo
particular a la administración
de justicia, que es una de las más esenciales
obligaciones de los Soberanos,
respecto de sus pueblos,
y la parte más necesaria del gobierno civil
para la conservación del buen orden
y quietud pública.



En esta centralidad se erige al profesional en una voz trascendente:

Por esta razón pueden ser llamados
los primeros oráculos de la justicia,
porque dan su parecer sobre 
las contestaciones entre los particulares,
antes de ser presentadas en juicio;
y porque sus conciudadanos...
los consultan, como sabios
intérpretes del derecho,
sometiendo a su examen 
los negocios más importantes y sagrados,
para sostenerlos o abandonarlos,
según su dictamen.



Y así los equipara a una suerte de jueces de primera instancia en su forma privada, pero también decisoria:

De manera que vienen a ejercer
en su misma casa
una especie de magistratura privada,
fundada sobre la confianza
y la estimación de sus clientes,
que transigen mucha veces
en sus derechos e intereses 
por la sola exposición de su parecer.

El consejo inmediato que cualquier buen amigo será recurrir a dicho oráculo y así se elabora el mejor de los pensamientos:


Otra cosa es que el "primer oráculo" sepa expresar la solución más apropiada o la sepamos interpretar.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

V (27) REGLES POUR FORMER UN AVOCAT 1753 o CIENCIA del FORO 1794

Volver a las reglas clásicas de la profesión es una forma de ponernos activamente a la espera del renacer del asombro (Farlinghetti) en un mundo que se olvida de casi todo lo bueno (pues de lo malo no sólo se hace tan frecuente sino que parece ya ni nos asombra) y también de nuestra posición.




La primera cualidad
del abogado es la de
ser un hombre de bien
para adquirir
la estima y la confianza
de la Magistratura
y del Público



Así dice este incunable de 1753 que manejo por la generosidad de un excelente profesional, gran persona y erudito bibliófilo, D. Luis Damborenea, al que sirvo en el recuerdo vivo y del que me consta viene educando en la más excelsa filosofía y estrecha bonhomía a su descendencia.



Cuenta "EL TRADUCTOR" español de la suerte de traslación fragmentaria de dichas "REGLES"  y que se publicó aquí como CIENCIA DEL FORO Ó REGLAS PARA FORMAR UN ABOGADO (facsimil de la Editorial MAXTOR, Valladolid 2002), que:

Desde el año de mil setecientos once,
en que un Abogado del Parlamento de París
publicó la primera vez esta obra,
hasta el de mil setecientos ochenta y siete,
en que se hizo la última impresión,
se han sucedido continuamente las ediciones.
...
Conociendo la necesidad que había en España
de un tratado elemental,
para promover la elocuencia del Foro,
me he dedicado a extractar libremente
las reglas que me han parecido
más propias a este fin, 
suprimiendo las repetidas en el original
o poco conformes a la práctica 
de nuestros tribunales y tal vez
contrarias al espíritu de las leyes
y costumbres nacionales.

La regla que sí reproduce este "traductor" español de 1794 es aquella primera cualidad, pero le añade con su particular verbosidad el siguiente tenor:

La primera qualidad
del Abogado debe ser
la hombría de bien,
preciándose igualmente
de la mayor providad,
y procurando que el honor
y la pureza de su modo de pensar
sean siempre la regla cierta
de sus acciones y conducta;
pues sólo así se grangeará
la estimación de los Jueces y Magistrados
y la confianza del Público

Sirve de poco, a mi juicio, inflar el exordio y los calificativos del atributo primario cuando el sencillo carácter de la cualidad esencial lo dice todo y le evita una pompa excesiva.

Más estricto en su traducción se muestra, en cambio, respecto del núcleo de la definición de la profesión que  constituye el párrafo previo a esa primera cualidad:

Así, pues, podemos definir al Abogado:
Un hombre de bien, versado en la Jurisprudencia
y en el arte del bien hablar,
que concurre a la administración de justicia
ya dirigiendo con sus consejos a los que le consultan,
ya defendiendo sus intereses en los tribunales,
de viva voz o por escrito, 
o ya también decidiendo y cortando sus diferencias
cuando le nombran juez árbitro de ellas.

Dejaré con tan sencillo frontispicio, especialmente con el afecto y la luz agradecida al amigo el corazón de esta entrada, para seguir en las siguientes de esta etapa el sucesivo recorrido por otras REGLES, no si antes dejar en el misterio un poema (quiebro o "mirlitonnade") de Samuel Beckett, jalonado de "pasos normativos":

apenas consiguió dar
el último paso el pie
descansa para esperar
tal como dicta la norma
que el otro lo haga también
tal como dicta la norma
y otra vez hacia delante
así cargar con el peso
tal como dicta la norma
al menos hasta el momento

Cargar con el peso de pasos breves con los que alternar el vaivén de verdugos y víctimas en que consiste la vida.

jueves, 23 de julio de 2015

IV (26) NO nos ENGAÑEMOS crecer VANIDAD disfraz VOLTEAR convenciones

Con el correr de la experiencia crece el riesgo de la vanidad y hemos de revelar una debilidad que nubla la visión volteando convenciones y disfraces, para no dejarnos atrapar, cual camisa de fuerza, por el delirio.


El recorte de esta viñeta de Schulz viene de la tercera entrada de este blog porque voy a traerla a colación en una comparación necesaria, no sólo por el paso del tiempo, sino porque el paralelismo simbólico y contradictorio de ambas tiras nos pone sobre la pista de la cuestión que voy a tratar.

Allí (http://abogavolt303.blogspot.com.es/2014/01/ii-realidad-primaria-voltear.html ) se reflexionaba sobre el origen del desempeño de esta profesión en los términos irónicos de un determinada "sensibilidad", y uno de los obstáculos que encontraba nuestro protagonista en tales comienzos se presentaba así:


 La ofensa descarada se refiere entonces al "disfraz de perro" a pesar de lo reciente de pensar en cómo surge o se hace la profesión de abogado. Y ahora, cuando pasado el tiempo ya el experimentado profesional hasta se permite soñar con:


... nos encontramos con la sorpresa de que el paralelismo afrentoso se trueca así:


¿Habrá una pérdida de autenticidad que hace traslucir al cínico-perro tras la vestimenta por la vanidad reinante, mientras al principio el ejercicio de la profesión resultaba más natural al integrarse la idea en el sentir y en su porte?


"El peligro, entre nosotros los hombres,
radica en que, cuando creemos
analizar nuestro carácter,
en realidad estamos creando
las piezas de un personaje de novela,
en quien ni siquiera ponemos
nuestras verdaderas inclinaciones...
La imagen que cada uno se hace
de sí mismo: ¡se ve a la primera
entre los hombres maduros!
En mi caso lo que pasa es que
aún no está formada del todo, 
-y eso es lo que me hace creer
en la sinceridad mi análisis personal.
Pero con el pasar de los años,
no cabe duda de que mi personaje
acabará formalizándose;
entonces escribiré "YO" sin vacilar,
sabedor de quién estoy hablando.
La cosa no deja de ser fatal,
como la muerte..."
(OBRA COMPLETA DE
A.O.BARNABOOTH,
de Valery Larbaud,
TRIESTE, 1988, pág. 127)


La reacción ante la ofensa sigue siendo la misma "descarga olímpica de rabia" que la vieja cartera propina al contrario.



Todo se voltea en la acción, y así como todo parece "volar" también los resultado reflexivos cambian, y de lo que en un inicio era una muestra de "nacer sensibles" ...



... ahora la ironía cambia para situarse en un supuesto objetivo civilizado:



¿Así rige "la ley" la sociedad? Parece una burla y desde luego el contenido paradójico y cínico es indudable, pero si se quiere trasmutar simbólicamente la imagen nos encontramos, primero, con una realidad que no deja de sorprendernos con conflictos interminables y, segundo, con un deseo de cambio radical, en una suerte de pretensión de voltear las convicciones.



El ofendido abogado cierra los ojos ante su destino, humillado en su ser perruno no se da cuenta de que el volteado es él mismo por su propia vanidad, en la cual el ridículo acaba siendo su vestimenta tan poco creíble y su persona disfrazada sin la convicción auténtica.

Lo que me recuerda otra célebre plancha del caricaturista decimonónico Daumier:



"Su señoría lee en una publicación judicial el elogio de sí mismo escrito por él mismo" reza el pie de dicha plancha. 

Hasta tal punto nos excluimos de la realidad que la burbuja del egotismo nos atrapa por completo, creyéndonos y hasta mostrando total devoción por nuestras propias complacencias.



De ahí la necesidad de que nos veamos a nosotros mismos como los volteados para que las convenciones no suplanten la realidad material de la ley, como tampoco impidan que la auténtica sensibilidad siga siendo la de los orígenes idealistas y no se novele una ficción por más que sea necesaria.




jueves, 25 de junio de 2015

IV (25) MENSAJE IMPERIAL de KAFKA no sé DONDE está NADA nunca LLEGARÁ mensajero ABOGADO ventana JUSTICIABLE

Si en la entrada anterior nos quedábamos entre la puerta y un final sin conocer el interior de la ley, ¿qué sucederá cuando en el trayecto legal se nos interponen las contrariedades y sucede que esperamos el recorrido infinito de un mensaje que  imaginamos portado por un mensajero fiel y seguro?


En el devenir de EL PROCESO de Kafka nos encontramos múltiples encuentros del protagonista con sucesivos oráculos espectrales de la vida ordinaria, desde la limpiadora de la sala del juzgado, hasta un pintor, pasando por un familiar, un comerciante y, por supuesto, un abogado, todos ellos aportando crípticos símbolos con los que descifrar la más correcta estrategia procesal de defensa y absolución.

EL PROCESO, novela gráfica de Montellier y Mairowitz
Estos encuentros de naturaleza siempre estrambótica y absurda, aunque llenos de claves de desesperación ordinaria para el acusado, me conducen a una tira de Schulz donde mi héroe perruno cede el primer plano a unas ciudadanas perdidas en el recelo que produce la búsqueda del lugar del proceso.

La pregunta se transforma en motivo de mortificación ante la sorpresa de todos. Pero no acaba de ser tan extraño cuando lo que se trasluce es una vergüenza como el sometimiento a un proceso, cual lo sufre Joseph K. 

EL PROCESO, novela gráfica de Montellier y Mairowitz

Todo el mundo parece conocer su proceso y ello produce las conductas más extrañas en su devenir.
Así sucede en nuestra reveladora tira cómica, donde el aturdimiento es lo menos que produce y ha de pasarse a seguir el camino interminable.


La reacción airada también recuerda el exabrupto de K. al comerciante en casa del abogado:

EL PROCESO, novela gráfica de Montellier y Mairowitz

Pero, volviendo a la viñeta, la pasividad silenciosa de nuestro héroe resulta misteriosa, y la prosecución del camino de vuelta hacia el mismo lado que por donde había venido me reconduce a otra parábola de Kafka titulada UN MENSAJE IMPERIAL y que esto refiere:

Resultado de imagen de mensaje imperial kafka
El Emperador –así dicen– 
te ha enviado a ti, 
el solitario, el más miserable
 de sus súbditos, la sombra que ha huido
 a la más distante lejanía, microscópica 
ante el sol imperial; 
justamente a ti, el Emperador 
te ha enviado un mensaje 
desde su lecho de muerte. 
Hizo arrodillar al mensajero 
junto a su cama y le susurró 
el mensaje al oído; 
tan importante le parecía,
 que se lo hizo repetir. 
Asintiendo con la cabeza, 
corroboró la exactitud de la repetición.
 Y ante la muchedumbre reunida
 para contemplar su muerte 
–todas las paredes que interceptaban 
la vista habían sido derribadas, 
y sobre la amplia y alta curva
 de la gran escalinata 
formaban un círculo
 los grandes del Imperio–,
 ante todos, ordenó al mensajero
 que partiera. El mensajero
 partió en el acto;
 un hombre robusto e incansable;
 extendiendo primero un brazo,
 luego el otro, se abre paso
 a través de la multitud; 
cuando encuentra un obstáculo,
 se señala sobre el pecho 
el signo del sol; adelanta mucho
 más fácilmente que ningún otro.
 Pero la multitud es muy grande;
 sus alojamientos son infinitos. 
Si ante él se abriera el campo libre,
 cómo volaría, qué pronto oirías
 el glorioso sonido de sus puños
 contra tu puerta. Pero, en cambio, 
qué vanos son sus esfuerzos;
 todavía está abriéndose paso
 a través de las cámaras 
del palacio central; no acabará 
de atravesarlas nunca; 
y si terminara, no habría adelantado mucho;
 todavía tendría que esforzarse 
para descender las escaleras;
 y si lo consiguiera, no habría 
adelantado mucho; 
tendría que cruzar los patios; 
y después de los patios 
el segundo palacio circundante; 
y nuevamente las escaleras y los patios;
 y nuevamente un palacio; 
y así durante miles de años; 
y cuando finalmente atravesara
 la última puerta 
–pero esto nunca, nunca podría suceder–,
 todavía le faltaría cruzar
 la capital, el centro del mundo, 
donde su escoria se amontona prodigiosamente.
 Nadie podría abrirse paso
 a través de ella, y menos aún 
con el mensaje de un muerto. 
Pero tú te sientas
 junto a tu ventana, 
y te lo imaginas, 
cuando cae la noche.
EL PROCESO, novela gráfica de Montellier y Mairowitz


¿A qué ventana puede asomarse la justicia? ¿Podría ser el abogado ese mensajero al que se confía tal secreto inescrutable y cuyo mensaje nunca llegará a su destinatario?

EL PROCESO, novela gráfica de Montellier y Mairowitz

En EL PROCESO el abogado resulta ser un enfermo en cama, de donde parte oráculos indescifrable para el procesado, pero el apartamiento del mismo acaba siendo fatal para el solitario protagonista.

EL PROCESO, novela gráfica de Montellier y Mairowitz

Fernando Ramperez en la misma obra que comentamos en la entrada anterior concluye respecto de esta parábola:

La ley es un mensaje imperial.
Nace de la proximidad de la muerte
y nunca acaba de llegar.
Alegrémonos.
Es mejor que así sea.
"Si alguien a la vista
de estos fenómenos,
dedujese que en realidad
no tenemos emperador,
no andaría muy lejos de la verdad"
(Prejuzgados. Ante la ley.
Jacques Derrida.
Aravigani ed. 2011, pág. 107)

EL PROCESO, novela gráfica de Montellier y Mairowitz
Desde luego, parece haber lugar a la desesperación, pero un mensajero paciente ante las adversidades del camino y fiel acompañante de los desventurados puede servir para voltear el destino y por lo menos darle una apariencia que no sea de imposibilidad, sino de esperanza ante lo que vemos por la ventana.